Ha muerto de nuevo el saqueador profesional, el inefable Bardón, murió
de nuevo porque ya hace tiempo dejo de existir como persona, como
humano, como hombre y solo flotaba un plasma infeccioso que a través
de sus columnas de El Mercurio no perdía oportunidad de soltar sus
bifidos comentarios, la ponzoña que caracteriza la oscuridad de sus
ideas neocolonialistas. Murió un violentista y es motivo de tranquilidad para
todos porque se deja de escarbar aún mas en las heridas sangrantes de
nuestro pueblo con pseudo argumentos que exudaban odio de la peor
calaña.
El caso de Bardón es ilustrativo de como el economista neoliberal que
se jacta de ser defensor del emprendimiento y de la empresa en
realidad es un burdo cogotero que busca dar un zarpaso al erario
público. Delincuente que sería una vergüenza para el mas brutal
pirata, que un corsario al menos lucha para obtener el tesoro, este
pato malo robaba al estado la plata para los pobres mientras su
victima se encontraba amarrada al catre metálico que administraba con
sanguinaria maestría el psicópata del Romo y su amo el Mamo.
En su cargo en el Banco Central en el periodo mas oscuro de la
represión y en el ministerio de economía en el
periodo de la dolorosa crisis económica de principios de los ochenta,
llevando a cabo la contrarrevolución en contra de los trabajadores y
del estado como se puede leer con detalle en le libro "Saqueo de los
grupos económicos al estado de Chile" de la escritora María Olivia
Monckeberg, donde se describe como a la par que la pandilla de
derechistas criminales aniquilaba a los dirigentes populares y
amedrentaban cualquier disidencia, otra parte de la pandilla se
repartía el estado como botín de guerra. fue el ultimo director de
Pinochet para el Banco del Estado desde el cual salva económicamente a
El Mercurio y COPESA otorgando créditos brujos, en este mismo banco
que debía bien administrar y lo estaba saqueando y que para su
tristeza no alcanzo a privatizar por la oposición de algunos miembros
de la Junta, su último robo en dictadura no pudo ser consumado. Snif.